lunes, 29 de abril de 2024

Nada nuevo

No hay nada seguro, lo que creemos tener no lo tenemos, lo que pensamos saber, no es tan cierto. La vida es insegura; agita, vapulea quita, da.
Todo es cambio. 
Esa seguridad cómoda que parece real, no lo es. Es espejismo.
Los cambios continuos son la único invariable. 
Lo que ahora es, no es.
Todo es distinto a lo soñado, planeado, vivido, y se ha vivir desde la incertidumbre de estar vivo.
Una puerta sin puerta que muestra, invariablemente, lo lejos que estamos de esa comodidad cotidiana que estalla en mil pedazos cada día. 
Unos más que otros.

lunes, 22 de abril de 2024

Paz

Esa paz cuando tocamos lo intangible,
cuando escuchamos lo inaudible,
el canto del viento,
el murmullo de las hojas,
el baile del agua,
el moverse del mundo,
el girar de las estrellas,
el silencio de los astros,
el fondo del tiempo.
Esa paz cuando lo intangible nos toca.

lunes, 15 de abril de 2024

Cerrar

Cerrar los ojos, relajarse, dejar ir al tiempo y tú en él
La soledad convocada se llena de ti, del instante. 
La mente libre ve lo que no vimos con los ojos abiertos distraídos por la vida, atareados en ella.
Ver lo que esa oscuridad ve sin que la luz ciegue.
La armonía de la soledad, el intento de comprender el absurdo de nuestro tiempo dentro del Tiempo. 
Lo hecho necesita ser deseado antes de hacerse.
Cerrar los ojos, escuchar, saber que solos estamos más cerca de todo. 
De nosotros.

lunes, 8 de abril de 2024

Novedad

Andas, observas, piensas, perdiéndote en ti, mientras el cuerpo te lleva a donde vas. 
Llegas. Entras. 
Estás ahí, mucha gente nueva que apenas se habla, miran el móvil para no sentirse fuera de lugar, buscan lo conocido entre la novedad.
Nadie rompe el hielo a excepción de algunas palabras tímidas, vistazos rápidos, sonrisas breves. 
Pasa el tiempo. 
Situados, el entorno deja de ser extraño. 
Nos sentamos, hablamos, leemos, los pensamientos se comparten, las miradas menos esquivas. Las palabras fluyen, los móviles se apartan. 
Descanso. 
Encuentros, intercambios, probamos sabores nuevos, nos reflejamos en ojos que nos reconocen. Ya no somos extraños, los corrillos se agrandan, las conversaciones surgen. 
La noche llega. 
El día no se fue en vano.

lunes, 1 de abril de 2024

Cárcel

Los años pasan, se escurren; lo vivido nunca es lo que se deseó. Se mira atrás con recelo añorando lo que hubiese sido, atascados en la certeza de la equivocación, aliviados al intuir que no todo se hizo mal.
El tiempo tiene eso, que no regresa, que amordaza cualquier intento de vivir lo mismo. Nos deja el recuerdo de lo que creemos que se hizo porque ni siquiera es lo que fue.
El tiempo, esa cárcel que nos atrapa desde que nacemos, y de donde hay que procurar un modo de escapar: solo encontré la imaginación.

lunes, 25 de marzo de 2024

A y B

Escuché de un pintor explicando cómo dibujar; "¿Ves ese árbol?, sus ramas, hojas..., si lo quisieras pintar tendrías que fijarte en ellas, esbozarlas. Eso es lo que nos enseñaron desde chicos: pinta lo que ves. Pues bien, se ha de ir más allá: se ha de pintar, sobre todo, lo que no se ve: el hueco que dejan las ramas, el cielo que permite ver la distancia entre las hojas. Se ha de aprender a ver lo que el objeto elegido libera, y a su vez, tapa".
Cierto. 
Se vive con lo que se tiene y con lo que se tuvo, con lo que se recuerda y con lo que se olvida; la vida está hecha de tonos, de presencias y ausencias, de recuerdos y realidades, de sueños, de logros y de fracasos. Pintar los días es saber ver lo que tienen y lo que, justo por tener, no tienen.
Las ausencias, el hueco de las presencias, forman parte de la realidad, quizá son lo más real que hay.

lunes, 18 de marzo de 2024

Si no lo miro, no existe

Hola; Hola; ¿Qué haces, preciosa? La niña estaba sentadita ante un pupitre de plástico en su casa, tenía muchos folios delante y otros tantos en un montón, los iba garabateando, y me explicaba qué eran; esto es una nube, esta mi casa, mira, ¿ves?, es mamá. Y así iba nombrando cada uno de los dibujos. Qué bonitos, iba halagando, y ella sonreía. 
Hasta ahí, normal. 
Lo que no lo era tanto, es que detrás de ella había una cunita con un hermanito recién nacido al que trataba como si no existiera; un ser invisible.
Quería saber hasta qué punto, la niña negaba esa realidad y procuraba llevar la atención y la conversación hasta él, pero no había manera, se escurría con una habilidad pasmosa; negaba, no solo su presencia sino su propia existencia. Incluso cuando el bebé lloró un poquito, aproveché su llanto para indicarle si creía que el hermanito querría algo. La pequeña ni se inmutó, no es que preguntara qué bebé, o contestara que no había escuchado nada, es que trató la cuestión como si no la hubiera dicho. No había niño rival por ahí, solo dibujos y llamar mi atención, sobre todo, si miraba en la dirección de la cuna, ahí hasta me estiraba de la ropa para que admirara sus obras. 
Por lo tanto sabía. Por lo tanto era consciente. Por lo tanto, a la edad de tres años el ser humano ya está capacitado para intentar cambiar la realidad a su gusto, para no querer enfrentarla.